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Le Monde |

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Aquí casual jugandole a la vergas. |
Estamos hechos de carne y huesos. Estamos hechos para sentir y hacernos sentir, omnipresentes, omniplacientes.
Estamos para pecar y ser confesión, con culpas, sin culpas; llenos de complejos o sin ellos.
Estamos para sentir, porque somos finitos y a los ojos de las estrellas...estamos estúpidamente fugaces.
Antón , era mi muy amigo y ciertamente sentía una atracción enigmática. Cierto es, no era mi tipo, pero tampoco queria dejarlo ir. Y es que, sigo conectada a algunas personas; en sueños lo vi, sabía que era su escencia, fuerte, decidido, inteligente, culto, un espíritu viejo. Sabía que me necesitaba. He de confesar que es una de mis personas favoritas en mi andar por el mundo. Me tomé el atrevimiento de escribirle. La ultima vez que lo hice, fue tajante su actitud. No queria más mi amistad, no por que no valiera la pena, sino porque, él simplemente, me dejó ser feliz.
-Parece mentira que no sepas que me importas, vengo todas las noches aquí sólo para verte unos minutos al día. - ésas fueron las palabras de Alejandro.
-Yo, no sé que responderte. - éso contesto ella. -No, no digas nada; tienes todo el derecho. Yo soy de ésos que se pierden en el salón de clases, pensando todo el tiempo y a toda hora en una sola persona. Yo soy de esos que hacen altares y te ponen hasta arriba como imagen: idolatrando, rezando, prendiendo velitas. "Yo soy el que te puso en un altar, esperando que me quieras " .
- Te conquistaré, lograré hacerlo. - ésas fueron las palabras mágicas de Alejandro. Al día siguiente no apareció, ni el dia que le siguió, ni el otro después de ése... Ciertamente, ella intuía lo que su corazón sabía. Lo amaba, más que a su propia vida. Pero ella sabía que si se lo decía, de una o cualquier forma, lo perdería.
Los Santos no hacen milagros, los santos miran el interior de las almas. Pues conocen la verdad. Mentir, engañar a ningún Santo jamás.
Posdata : El frío me trae recuerdos.
La memoria de mamá era exquisitamente selectiva, siempre me pregunté : ¿Porqué en el tocador de su recámara tenía postales debajo del vidrio que lo cubría?
Me llamaban mucho la atención y siempre metía los pasadores para sacarlas y poderlas tocar. Pude sacar muchas, pero había una especial, era de una calavera hecha a mano y ésa nunca pude sacar. Jamás me atreví a preguntarle a mi mamá, ¿Qué significaba para ella? pero una cosa es segura, era muy especial. Con certeza me atrevo a decir que le traía un buen recuerdo, quizà de alguien, amistad o pretendiente... Yo sólo sé que, desde ése momento me enamoré de las postales. Tuve una rara obsesión por comprar a todos los lugares donde iba, así fuera del singular baño de algún museo. Hasta le llegué a comprar postales a un señor en huaraches cuando cruzaba Reforma en plena manifestación. Recuerdo que en aquellos tiempos tenía fascinaciones por las personas y los objetos.
Al morir mamá, traté de salvar objetos que a mi parecer, eran su tesoro más valioso; algunos libros, fotos, y ésa postal que ciertamente, hasta que ella dejó de exitir pude leer:
"Rio y Rio de contento porque Chayo no ha muerto".
Yo estoy más porque ése recuerdo es ahora mío, porque tengo una memoria de ella, porque tengo la prueba de que ella existió, no sólo para mi, si no para muchos más.