VENENITO

miércoles, septiembre 22, 2010

la cicatriz

¡Ay de quien se enamore de una cicatriz! Jamás volverá a mirar el mundo con calma. Tampoco recuerdo la expresión de su rostro cuando concentrada en sus asuntos lamía  mi verga o me mordía las piernas. Que una mujer se atreviera a roerme las piernas ha sido un halago inmerecido, pues mis piernas no son más que huesos recubiertos de una piel lampiña que sólo cumplen funciones corrientes. En cambio, sus piernas despertaban el canibalismo más profundo: tensas, hermosas como dos montañas recién nacidas. A menudo pienso en Rosalía, tiendo a imaginarme que aun sin recordar nuestros detalles íntimos me es imposible olvidarla. En cambio ella recuerda con una exactitud entomológica esos mismos detalles pese  haberme olvidado por completo.

Estoy seguro de que si Rosalía me encontrara en la calle le sería enteramente complicado reconocerme (y no la culpo, porque me sucedería lo mismo si me encontrara conmigo mismo en la calle).

Una afirmación así de extrema está justificada porque hace varias semanas me encontré con ella en un bar al que asistí para tomar un poco de bodka. No es que requiera acudir a un bar a tomar vodka sino que a veces me siento impulsado a salir de mi encierro. No se veía nada mal Rosalía con ése vestido cortado a  mitad de los muslos. Su acompañante era un hombre maduro que tenía una barbilla insignificante en forma de garbanzo. No me causan aversión los hombres con mentón en forma de garbanzo, pero este sujeto en especial me resultaba demaciado simpático. Cuando los descubrí conversando amorosamente fui presa de unos celos repentinos, imposibles de dominar. Justifico esta reacción pues los hombres feos suelen provocar celos infames.Como se tiene la sensación de que una gran injusticia ha sido cometida en su persona, las mujeres intentan remediar esta injusticia ofreciéndoles más amor del necesario. No consigo soportar que una mujer que amo se cite con un hombre más feo que yo, pues éso implica una relación abiertamente sexual o, en todo caso profunda.

Después hice algo sorprendente: abandoné mi rincón para ir hasta donde ella se encontraba.-acto poco común en mi- los hombres feos suelen ser peligrosos cuando se sienten hostilizados.
-Nunca he estado interesado en los seres comunes, pero quiero pedirte un favor. Sólo me he acercado para eso. -le dije a Rosalía- Por supuesto-respondió- mientras no sea una molestia para mi-dijo en tono pedante- mientras tanto pensaba...¿Acaso había dejado de quererme?
-Quiero que vivas con Adriana y conmigo. Estoy absolutamente seguro de que seremos felices.
Adriana era una joven de la que estaba yo enamorado.Joven, adicta a la cocaína, dueña de una agrio sentido del humor. No podía pedirle nada más a la vida.

-No creo que sea un buen momento para que hablemos de éso- me respondió- luego pareció incomodarse y añadió- ¿Quién carajos es Adriana?
-Mi Mujer-
- Vete al Carajo hombre!!-
-Lo siento mucho. ¿Puedo tocar la cicatriz de tu rodilla antes de irme?....

Camas Separadas
Ediciones Cal y Arena
Guillermo Fadenelli.



COMENTARIO DE VENENITO:
 Mi pregunta es... ¿¿¿En que piensan los hombres??? CARAJO !! ; como diría mi Abuelita Tomasita:"ps que están mamando?"

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