Y así, en varias vidas, encontrar lo que en ésta me fue negado. Palabras dulces, abrazos tiernos, caricias, besos hasta el amanecer. Yo... Me imaginé llena de gracia e Inmaculada en tu altar. Después de todo, me recuerdo esperanzada, taciturna, doblegada ante la fantasía de suspiros serenos para encontrarme en tus ojos; horas de pensamiento y obsesión que hacen delirar a cualquier ente racional. ¡Ojalá hubieras perdido la cabeza por mí, que no, que sí y sin pedir. Ojalá y hubiera sido el motivo de tu cursilería más penosa y en ésta vida no fui!
En ninguna de tus realidades pertenecí.
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