En un viaje inesperado de ésos que sólo el señor Mandril acostumbra, fue que encontré el rostro. Papá quería salir a comer conejo (no es novedad que ya esté acostumbrada a salir los domingos a comer ) pero hacia tanto tiempo que no me invitaba a mi. Fue mi cumpleaños y creo que fue el pretexto. Llegamos a un lugar del Estado de México y fue realmente lindo. Tarde tranquila, con un poquito de Pulque acompañado de un rico conejo asado, ¿qué mas se puede pedir? Entonces fue que un señor pasó vendiendo artesanía, mi hijo se volvió loco con unas trompetitas, mi padre es un abuelo consentidor y le compra de todo cuando está con él (cosa que me incomoda, pero es uno de los placeres gustosos que llena mi ego de satisfacción, ya que es una forma rara en él de demostrar afecto). Me enamoré de las máscaras, aquellos rostros imaginarios que llenan espacios, sólo resta imaginar historias. Papá se colocó una jugando, pero yo estaba enamorada. El señor se fue y papá dijo - No me gustan las máscaras- yo respondí - Es una verdadera lástima, son hermosas!- Quiéres una?- me dijo y le asenté la cabeza. Ya para entonces fuimos a buscarla, camino a casa venía manejando y recordaba... En otra ocasión de cumpleaños papá me compró un reloj, fue muy especial, porque papá, sabía exactamente lo que quería ...
El Rostro |
POSDATA :Papá nunca fue adivino, pero era muy especial que llegara con un presente por muy pequeño, sencillo o banal; se convierte en un gesto de bondad desde mi perspectiva, porque se pone el empeño en demostrar ser importante en su vida.
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