Secretitos de un Corazón Envenenado
Ni el aliento de tus rezos ni el dedo sucio del juicio logran apagarme. Ardo, aunque me niegues. Ardo, aunque me quieras en calma. Porque fui fuego antes de ser y me prenderé en tu nombre cada vez que intentes apagarme.
Publicar un comentario
No hay comentarios.:
Publicar un comentario